Ir al contenido principal

Celebrando aniversarios de boda

Diez años de matrimonio. Como si nada. Han pasado volando. Parece que fuera ayer que nos prometimos amor eterno (para nuestros adentros, puesto que los votos matrimoniales no son muy cursis que digamos).
En estos diez años, ha habido momentos dulces y momentos amargos, momentos para recordar y momentos para olvidar.

¿Qué sensación tengo de estos diez años? Recuerdo que hace diez años decidimos construirnos una casa cerca de nuestra familia, cerca de nuestros amigos y nuestros trabajos respectivos. Planeamos que sería la casa de nuestros sueños, donde crecerían nuestros hijos y donde viviríamos felices el resto de nuestras vidas. Una casa con jardín, para que nuestros futuros pequeñuelos disfrutaran a lo grande, mientras nosotros observaríamos el tiempo correr dándonos la mano. Queríamos eso. Y si, tuvimos la casa con jardín, la hipoteca y los niños. Y allí vivíamos felices, rodeados de nuestros familiares, de nuestros amigos y trabajando cada uno en un trabajo que nos apasionaba.
Pero un buen día llegó la expatriación. Y dejamos la casa y el jardín, la familia, los amigos y en mi caso yo también el trabajo. Y nos convertimos en otros de muchos expatriados, de esos que dejamos la patria para empezar de nuevo en otro lugar.
Y lloré. Porqué a la gente nos gusta planear el futuro y lo que habíamos planeado no se asemejaba a lo que nos esperaba. Y lloré, porqué empezar de nuevo en otro país, lejos de los tuyos y de tus costumbres asusta mogollón. Y lloraba mi madre, mi padre y mi suegro. Y pensábamos si los niños se adaptarían a un futuro lleno de interrogantes.
Y así, con el corazón en un puño y las maletas cargadas, nos dispusimos a emprender el rumbo de una nueva vida. Mi marido, nuestros hijos y yo.

De esos diez años, lo mejor que nos ha pasado ha sido tener a nuestros hijos. Dos chicos como dos soles, llenos de creatividad, buen humor e imaginación, a quienes les encanta correr, saltar y reír, leer, bailar y aprender. 

La segunda mejor cosa es continuar queriéndonos los dos como pareja, continuar contenta cuando llega mi marido a casa y me besa, y me mira con esos ojos que lo dicen todo sin decir nada. 

La tercera mejor cosa es la expatriación. Si, si, habéis leído bien, la expatriación está siendo una experiencia extraordinaria.

Merece la pena conocer nuevos mundos, abrir tu mente a nuevas sensaciones, nuevos amigos y nuevas oportunidades. Es apasionante contemplar la adaptabilidad de tus peques al entorno. Mis hijos hablan un inglés-americano casi perfecto, tienen amigos que provienen de culturas muy diferentes, y se desenvuelven con soltura, habiendo aparcado la timidez hace ya mucho tiempo. 
¿Y yo? pues he aprendido a reinventarme. Me gusta conocer nueva gente y descubrir las oportunidades que el entorno puede ofrecerme, así como descubrir lo que yo puedo ofrecer. Me gusta aprender nuevos idiomas y mejorarlos, me gusta comprobar la simpatía de la gente con la que me cruzo por la calle y tener nuevos amigos.
El núcleo familiar en la expatriación somos mi marido, nuestros hijos y yo. Y eso te une más como familia y también como pareja. Contamos con nosotros mismos para resolver nuestros problemas. Aunque los nuevos amigos también están cerca y pueden echarte una mano, somos nosotros cuatro los que contamos en el día a día, los que nos sabemos cerca.

¿Cosas negativas? Pues claro que las hay. El estar lejos de tu familia en momentos buenos y sobretodo en los malos. No poder abrazar a los tuyos en momentos de desconsuelo o de alegría. No poder compartir aquellos instantes con los amigos de toda la vida. Añorar el olor del mar o de la sopa de tu madre. 
Todo tiene su lado positivo y su lado negativo. Muchas veces, la positividad o negatividad están dentro de ti. 

Considero un privilegio el poder vivir una experiencia como la que estamos viviendo, creo que es el mejor regalo que podemos ofrecerles a nuestros hijos.

Si, diez años de matrimonio han pasado ya. Hace diez años no se nos habría ocurrido ni en sueños que viviríamos las experiencias vividas hasta hoy. Deseo que continuemos descubriendo, descubriéndonos muchos años más.

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hola,
    Me gusta tu historia, vuestra historia y te confieso que estoy enganchada a tu blog y tb te sigo por IG. Yo no he sido una mama expatriada pero te aseguro que muchas veces he pensado que me hubiera gustado serlo, por todas las cosas buenas que ofrece, aunque ya me imagino que no tan buenas también. Confio que alguna vez podamos vivir una temporada con nuestros hijos en otro país, enriqueciendonos de otras culturas e intentando conseguir de una vez por todas hablar ingles (me refiero a mi...). Feliz Aniversario!!! y a por 10 más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola. Gracias por seguirme, me ilusiona mucho recibir comentarios como los tuyos, gracias de verdad. La expatriación no es una situación que nosotros buscásemos, pero que está resultando enriquecedora en todos los sentidos. Y el tema de los idiomas... yo creo que los hablas cuando los necesitas. Los americanos sólo hablan inglés, la mayoría, pero claro, pueden viajar por todo el mundo sólo hablando inglés. Mis hijos me dicen que el mío es fatal, pero yo continúo intentándolo;) Gracias de nuevo!

      Eliminar
  3. Congratulations!!! Muchas felicidades guapa! Tenéis una historia muy hermosa y una familia fantástica. Y lo mejor de todo... una vida por delante que seguir llenando con recuerdos y experiencias tan maravillosas. Disfrutad! Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Millones de gracias! Me encanta recibir éstas felicitaciones tan guais!
      Un besazo enorme!

      Eliminar
  4. Felicitats!
    Justament aquest diumenge la Txell tocava saxo amb la banda de Vic als jardins de Folgaroles i em va dir que aqui vareu estar pel vostre casament, que jo no vaig poder venir perquè havia nascut en Marçal dies abans... Per molts anys!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De como el ratoncito conoció al elfo

"¡Mira, mamá!" me dice mi pequeño orgulloso, mostrándome una pequeña caja de plástico azul en forma de baúl. "¡El diente que se me movía se me ha caído durante la comida en el cole!". Pues veremos lo que te trae esta noche el Ratoncito Pérez. En casa, aunque en Massachusetts, intentamos mantener las tradiciones con las que hemos crecido mi marido y yo. En el caso de los dientes, a nuestros pequeños no los visita el hada de los dientes americana, la famosa Fairy Tooth . En nuestra casa aparece el Ratoncito Pérez, para traer algún pequeño regalito como intercambio del diente que descansa quietecito debajo de la almohada. Pero hoy mi pequeño me pide que yo misma hable con el Ratoncito Pérez y le pida un regalo inusual. "Mamá, yo quiero que el Ratoncito Pérez me traiga de regalo al Elf on the shelf ". ¿Cómo?¿Y ese quién es? Reconozco que lo he visto multitud de veces en multitud de tiendas por las que paseo para encontrar regalos innecesarios para gen

Positivizando

He decidido publicar un listado de cosas que me gustan de Massachusetts.  Me encantaría saber si alguien comparte alguno de los puntos que ahora mismito menciono, dondequiera que sea el trocito de mundo donde vive. Y se me ha ocurrido lanzar la campaña "POSITIVÍZATE", para que todos contemos aspectos negativos de donde vivimos, pero en plan positivo. Seguro que encontramos muchas situaciones que en principio no son chulas, pero a las que conseguimos darle la vuelta y disfrutarlas. ¡Atrévete! Aquí van las mías: - En países calurosos, poco después de hacer la compra y ponerla en la parte de atrás del coche, debes correr para que los alimentos congelados (entiéndase pizzas, guisantes y helados) no se descongelen. Aquí en Massachusetts, con el frío que tenemos, después de la compra podría ir a dar una vuelta, recoger a los niños, irme al trabajo, pararme en un Starbucks y, al llegar a casa, la comida congelada continuaría estando congelada . Creo que esto es una p

Concepto playa en primavera

Debo reconocer que las playas que conocía hasta la fecha y las playas de Massachusetts son radicalmente diferentes. En todo. Bueno, vamos a comprobarlo: Vamos a por las similitudes: la única similitud que he podido encontrar es en lo básico, es decir que en ambos sitios hay agua salada (supongo) y arena. Nada más. Vamos a por las diferencias: Concepto playa en primavera anterior a Massachusetts: Llegas a la playa, te descalzas y caminas por la playa, tranquilamente, hasta que llega el momento de gritar como una posesa para impedir que tus niños se metan derechitos al agua, que en primavera aún está fría. El sol te pica la cara y unas gafas de sol nunca vienen mal. Después del paseo, encuentras un chiringuito con vistas a la playa y te sientas junto a tu media naranja y padre de tus hijos, mientras disfrutáis de una cervecita muy fría, unas aceitunas y una patatitas. Escuchas el ruido de las olas al chocar contra la playa, sientes a tu marido cerca y observas como est