"Vive libre o muere". Este es el lema que tienen en New Hampshire.
Varias veces mi marido y yo habíamos pensado en un viaje por bosques y prados. Un viaje para caminar, para encontrarte con la naturaleza, para descubrir y jugar en parajes nuevos y desconocidos junto con nuestros hijos. La ocasión ha llegado de la mano de unos grandes amigos, quienes nos han invitado a la casa que sus padres tienen en New Hampshire.
¿Qué puedo decir de New Hampshire?
Saliendo de Boston dirección norte, en dos horas por carretera llegas delante de las White Mountains, las Montañas Blancas, en New Hampshire. El trayecto te permite observar un cambio de vegetación espectacular. En Boston los árboles son árboles. En primavera con sus hojas verdes, te saludan cuando pasas a su lado. A medida que te alejas de la ciudad y vas acercándote a New Hampshire, los árboles son árboles... gigantes. Diferentes tipos de árboles, descomunales, aparecen delante de ti majestuosos, formidables, omnipotentes, dándote la bienvenida a un estado que tiene por lema "Vive libre o muere". Las carreteras son más estrechas y los árboles más gigantescos, como si estuvieras en un bosque prohibido que hubiera autorizado, en un alarde de solidaridad, una carretera para los habitantes y visitantes de este espacio rico en naturaleza.
Y llegas al destino con la boca abierta. No puedes bajar la mirada puesto que el verde del ramaje casi toca al cielo, su espesura y sus distintos tonos de verde te seducen y te atraen. Y te dan calma. Y bienestar. El tiempo se detiene. Los problemas cotidianos desaparecen, quedan aparcados en el arcén de la carretera por la que has conducido y no volverán a cargarse hasta la vuelta. Pisas la hojarasca, contemplas un mundo maravilloso que te abre su corazón y al que tu le das el tuyo sin pensártelo dos veces.
Y caminas entre los árboles que ya pasan a ser un recuerdo imborrable de tu ser.
¿A qué huele New Hampshire?
A limpio, a calma, a bonanza, a tranquilidad. El tiempo se detiene para que tu te tomes un respiro y cojas la fuerza que necesitas.
¿A qué sabe New Hampshire?
A frescor, a menta y a humedad. A familiaridad y amistad, a buen humor y sosiego.
¿Y los niños?
Los niños aprenden a ser valientes. Descubren piedras que les permiten cruzar ríos enteros, investigan el camino que sigue una rama cuando la tiran al agua, juegan juntos a ser compañeros, a desafiar al agua, al viento y a las rocas. Y se descubren a ellos mismos, puesto que consiguen cosas que nunca hubieran imaginado que pudieran ser posibles.
Hemos visto gusanos, caracoles, mosquitos, moscas y pájaros. A todos hemos respetado y observado. Hemos imaginado hadas, sirenas y ruiseñores. Con todos hemos hablado y con ellos hemos soñado.
Si, ya estamos de vuelta. La ropa sucia y el corazón y la cabeza llenos de sensaciones de bienestar, de ratos agradables, de paseos mágicos, de nuevas enseñanzas.
No, no será la última vez que volvamos a New Hampshire, porque, si un lugar te roba el corazón, como mínimo puedes intentar que este lugar te conozca y le apetezca saber de ti.
Hasta muy pronto, New Hampshire.
Hola guapa! Per fi he pogut visitar el teu blog....i m'ha encantat...quina història tant bonica..!
ResponderEliminarDoncs res que ens anem "veient" per les XXSS....un petonàs maca!
Gemma de Food&Cakes by GB
M'encanta que t'hagi agradat! Ens veiem per les XXSS (ahir uns veïns asiàtics ens van convidar a gambes i jo pensava en les de Palamós...)
EliminarJo, que cosas mas chulas nos cuentas de sitios también muy chulos. Este verano ya hemos hecho planes de quedarnos por España, mis hijos tienen ganas de playa y descanso pero el que viene volvemos a la carga (el verano pasado estuvimos en California y el anterior en Canada) y ya lo tengo anotado para que no se me olvide......New Hampshire......
ResponderEliminarUn beso
Eres un encanto! New Hampshire me enamoró, aunque nos falta profundizar en la zona, sólo pudimos hacer unas excursiones pequeñitas, pero el paisaje era espectacular, me encantó! Y dicen que en invierno, todo blanco, es también genial!
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