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Mostrando entradas de diciembre, 2016

¿Cúal te gusta más?

Si en Estados Unidos es fácil comprar cualquier artículo en cualquier época del año, las estrategias usadas durante la campaña navideña para gastar en prendas que no necesitamos son demoledoras . Recibo diariamente emails y correos en el buzón de casa, sobre tiendas que me ofrecen unos descuentos y unas facilidades de pago y envío difíciles de obviar. Así pues, mientras envío a la papelera todas esas ofertas excepcionales, también pienso en si estaré cometiendo un gran error. Y llega diciembre. Y empiezo a ponerme nerviosa por si debo comprar algo para la abuela, y el abuelo, y los primos, y los hermanos, y... y me dirijo a mis tiendas preferidas para poder abastecerme de esos objetos que imagino causarán alguna sonrisa en la cara de mis seres queridos . Marshals me gusta por la variedad, por las marcas y por los descuentos de más del 50% del precio original (o eso parece). Y por la facilidad de devolución, cuando el jersey talla S que me compro me susurra estremecido que fácilmen

Odiamos los carbohidratos

Mi secadora funciona mal. Cada vez que meto unos de mis pantalones, me los encoge. No pasa nada con la ropa de mi marido o de mis peques, sólo encoge mis pantalones. Llegados a este punto, pensé que como buena samaritana, lo único decente que podía hacer para ayudar a mi secadora en su ardua tarea era ponerme a dieta . Mientras estaba decidiendo qué tipo de dieta buena, bonita y barata podía yo realizar para ayudar a mi maldita secadora, una compañera del trabajo que está delgada y estilizada (y que no necesita adelgazar), me contó que está haciendo una dieta sin carbohidratos ni azúcar. Me contó todos los alimentos permitidos y los prohibidos, y a mi me pareció una ideal genial eliminar éstos últimos de mi plato durante un tiempo, para conseguir una figura a lo Sofia Loren, con lo cual, además de adelgazar, debía traspasar parte de mi volumen hacia arriba, desafiando la fuerza de la gravedad. Durante una semana eliminé de mi dieta los productos lácteos y los carbohidratos del de

Conferencias profesor-padre

Entro en la escuela unos minutos antes de la hora acordada. Las secretarias me señalan la clase de mi hijo sin demasiado entusiasmo pero con una sonrisa en la boca. La puerta está abierta pero otra mamá está hablando con la profesora, quién al verme me dice un "enseguida acabamos." Al cabo de diez minutos, la profesora y la mamá se levantan de sus sillas y se dirigen sonrientes hacia la puerta que yo guardo con bravura. La mamá se despide y la profesora me mira, me saluda y me permite la entrada al recinto donde uno de mis hijos pasa gran parte del día, ese recinto que todos los padres esperamos que sea como un templo del saber , que infunda confianza, bienestar, seguridad y una entrada a la universidad a nuestros hijos. La susodicha clase no es para tanto, por supuesto, las sillas no son de medida adulta (aunque casi), y la profesora es una jovencita bienintencionada a la que debo respetar y valorar, puesto que ha conseguido el respeto y la valoración de mi hijo, que ahí es