Tengo muchas amigas con superpoderes. Una de mis mejores amigas, cose cualquier tipo de tela y la puede transformar en buffs, bolsas de playa, estuches de lápices, marcadores de libros. Otra de mis amigas, es una apasionada de la cocina y enseña con paciencia infinita a que su peque mezcle los huevos con la harina para fabricar algo comestible. Otra amiga, transmite la pasión por la naturaleza a sus hijos, y sus acampadas en la montaña son espectacularmente bonitas.
Mi superpoder es el de estar en dos sitios a la vez. ¿Que cómo lo hago? ¿Teletransportación?¿Paro del tiempo? Bueno, casi casi, aunque a veces no sé ni dónde me encuentro.
Mis hijos han desarrollado, por suerte, aficiones distintas el uno del otro, con lo cual sus actividades extraescolares no coinciden ni en espacio ni en tiempo. Pero, eso si, coinciden en día. Los días de las dos aficiones, su madre amantísima, oséase mi menda, debe conducir su utilitario, cargado con el hijo mayor y su habituallamiento deportivo hacia una parte del pueblo. Después de dejar a hijo y bolsa deportiva ultra grande en la puerta del centro deportivo, la madre abnegada regresa otra vez hacia la casa, empieza con los preparativos de la cena, y recoge al pequeño en casa de la vecina. Otra vez en la carretera, ahora con el pequeño y su equipamento deportivo, se dirigen hacia el otro lado del pueblo, para que el querubín practique su afición. Cuando empieza el partido, la madre coge el coche, frenando y acelerando y lanzando improperios a los vehículos que se cruzan en su camino, para recoger al primero de sus retoños, que ya ha acabado con su práctica deportiva. La madre preciosa lo deja en casa, cansado y sudado, gritándole para que se duche, acaba de preparar algo más de comida y se dirige rauda y veloz a buscar al pequeño, que lo espera, cansado de tener que ser el último al que van a buscar. Regresan a casa rápidamente, donde la madre obliga al segundo sudado de la tarde a ducharse, mientras el hijo ya duchado acaba los deberes y el padre ayuda en la cocina. La madre amantísima ha acabado con su superpoder (aún falta por definir si es teletransportación o paro del tiempo), y acaba la cena, para que los pequeños coman en dos minutos y ella pueda gozar lavando los platos. Al final del día, cuando puede sentarse en el sofá, después de acostar a los hijos, la madre con superpoderes se siente cansada, ¡y eso que no ha hecho prácticamente nada en todo el día!
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